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Sayulita, la cuna del surf en Riviera Nayarit

Escrito por Az Noticias on . Posted in Bahía de Banderas

Las banderolas de colores que adornan las calles empedradas pintan un pueblo hippie-chic, que recibe con gusto a los visitantes. Este pueblo mágico es la cuna del surf de Riviera Nayarit

La entrada en Sayulita se acompaña de baches y cierto caos. Las banderolas de colores que adornan las calles empedradas pintan un pueblo hippie-chic, que recibe con gusto a los visitantes. Este pueblo mágico es la cuna del surf de Riviera Nayarit.

En la década de los 90, era un pequeño pueblo de pescadores; hoy público de medio mundo viene a este enclave del Pacífico de poco más de 2.000 habitantes situado a 35 kilómetros de Puerto Vallarta a tomar sus olas -suelen ser de tamaño mediano, perfectas para iniciarse en la práctica de este deporte-, a comer rico y, por encima de todo, a desconectar del mundanal ruido.

La primera regla que se palpa en la calle es que aquí el tiempo se disfruta sin mirar el reloj; ya sea desayunando en la terraza del bar Rubens, degustando uno de los tacos de Naty's Cocina -parada obligada de foodies- o curioseando por las tiendas y los puestos sin rumbo fijo.

"Aquí tienes montaña, mar y un pequeño pueblo. Lo tienes todo y, lo más importante, siempre tienes tu momento, gestionas tu tiempo". Habla María, dueña de una coqueta tienda que retomo aquí el control de su vida. De eso va Sayulita, de aprender a vivir... bien.

La exuberante vegetación de la zona deja estampas preciosas a pie de playa, donde la arena contrasta con las tonalidades verdes que pintan las montañas. Puede tirarse en la hamaca y disfrutar de las vistas. Cuando el relax le haya invadido, se puede subir a una de las embarcaciones que ofrecen excursiones para avistar ballenas (se hace de diciembre a marzo principalmente), quizá uno de los recuerdos más bonitos que el visitante se puede llevar de la zona.

Las ballenas jorobadas, que suelen medir en total unos 15 metros y pesan entre 40 y 45 toneladas, llegan a Bahía de Banderas tras pasar por muchos pueblos costeros como parte de la migración que realizan anualmente. En todo el Pacífico calculan que hay unas 2.000.

La palabra Love (amor) decora las hermosas palmeras que arropan sus típicos y amables edificios, que no superan las tres plantas. Pasadas las 11.00 horas, los turistas animan las calles, muchos con la tabla de surf a cuestas rumbo a la playa. La pintora Frida Kahlo, figura indiscutible del panorama cultural y social del país, ilustra bolsas, camisetas, tazas...

Las vistosas piezas de arte huichol toman escaparates y puestos, que dicho sea de paso rara vez admiten la tarjeta de crédito. Si el calor aprieta, haga una parada en alguno de los puestos de fruta que hay en las esquinas. Quizá alguna de ellas no la haya probado nunca. Cuando entren ganas de mimar el estómago, lo mejor es bajar a la playa e intentar conseguir mesa para comer sabrosos platillos de la zona. Sus ceviches, sus ensaladas con pulpo y gambas, su guacamole y su margarita saben de maravilla con las vistas al Pacífico que ofrece.

Puede ir caminando -si entra la pereza, se pueden alquilar bicicletas- hasta la Playa de los Muertos, una de las más conocidas y apreciadas de la zona. En el trayecto, se pasa por el cementerio de la localidad, donde también el color -tumbas incluidas- y las banderolas rompen con la tristeza que habitualmente impregna estos santuarios. Sayulita es sólo uno de esos pueblos mágicos que se encuentran dispersos por la zona. Cada uno con una historia, cada uno con una esencia y cualquiera de ellos candidato a ser ese lugar en el mundo que todos buscamos cuando tomamos un avión. (Con información de ElMundo.es)