Imprimir

No las cuidamos, las violamos y las matamos

Escrito por Lalo Merino on . Posted in Trinos Virtuales

 Por @Lalo__Merino


Sé que el dólar llegó a 20 MXN, me interesa hablar de Rosario Robles y hay mucho por comentar en la vida política nacional. Sin embargo hoy no hay nada más trascendente que apoyar a las manifestantes de las protestas feministas del fin de semana en la Ciudad de México, sumar otra voz al coro creciente que exige justicia en un país feminicida.

No tengo la menor autoridad para hablar del tema de la violencia contra la mujer, como un hombre heterosexual de mi edad y estrato social, en este mundo me sé privilegiado. Jamás voy a entender lo que es el miedo a salir solo, es imposible terminar de comprender el coraje y la impotencia de ser un abandonado del sistema de justicia, como lo son las mujeres. Si yo denuncio un robo o cualquier otro delito sólo levanto una denuncia, no tengo que explicar por qué yo no me lo busqué ni debo someterme a exámenes físicos para ver si hablo con la verdad.

Partiendo de ahí resulta inaudito que vengamos los hombres, en nuestro amado papel de superioridad intelectual a ‘explicarles’ a las mujeres cómo deben protestar. Ahora resulta que hasta de lo que no nos pasa venimos a dar un manual de comportamiento y reacción.

Las protestas siempre llegarán a la intensidad del enojo de los manifestantes, la fuerza de los gritos serán proporcionales al nivel de injusticia al que son sometidos. Dejemos de pedir que las exigencias vengan en un documento empastado y adornado con letras doradas en cada ‘por favor’ de su interior. Si 470 feminicidios en seis meses (10 por día) nos parece como para ser reclamados en voz baja y con burocracia, estamos terriblemente perdidos en las implicaciones de esto.

Es más, podría hasta pensar que los actos registrados en la CDMX se quedaron cortos contra la increíble vulnerabilidad que significa ser mujer en México. Recordando los múltiples casos en que la policía ha participado en violaciones. ¿A quién se le exige protección cuando los protectores son los abusadores?

Sin importar que AMLO salga a decir que ‘no son modos’, llamando a evitar el vandalismo, hasta Claudia Sheinbaum ya dijo que no habrá carpetas de investigación contra las participantes en las pintas y demás del sábado pasado. Además las autoridades ahora sí se reunirán con las miembros del movimiento feminista para dar respuesta a sus exigencias. Dejando muy claro que se tenía que alzar la voz a ese nivel.

A ver si entendemos, rápido porque urge, cómo es que participamos en formar esta sociedad del abuso a la mujer.  [Inicio de la ironía, por si no son muy diestros entendiéndolas] Claro, no tú que estás leyendo esto, otros hombres, porque nunca eres tú. Obvio no tiene nada de malo objetivar a una mujer hablando de ella sólo como un pedazo de carne para satisfacer nuestros deseos sexuales, porque pues nunca lo llevas a la praxis. Así que tranquilos, ni que eso pudiera llevar a otros a obligar a esos ‘objetos’ sexuales a satisfacerlos, ¿quién pensaría en algo así? Sólo un enfermo, jamás un hombre normal com tú. [Fin de la ironía, no se me vayan a confundir]

La violación no termina con el acto en sí, al cual muy pocas sobreviven porque, al ser tratadas como objeto, es mejor desecharlas a ser acusados. Continua con tener que convencer a todos de que en verdad pasó y no lo estaban buscando. Las menospreciamos desde la oficina con frases sencillas, ‘insístele, seguro si jala, se ve que es de ésas’, ‘ya enfiestada presta’; o las desestimamos en sus denuncias con ‘¿apoco decirle eso es acoso?’, ‘nomás le quiere sacar el dinero al jefe denunciándolo’ o ‘pero si estuviera guapo lo tomaría como halago’.

Señores, somos nosotros quienes las violamos, somos nosotros quienes las matamos pero nos alejamos de la responsabilidad argumentando que se lo ganaron por salir vestidas de alguna manera, frecuentar a ciertas amistades o tomar de más. Y lo peor, cuando llegaron al hartazgo y exigen justicia desgarrando las formas sociales, sangrando su garganta como sus cuerpos ya lo hacen, todavía tenemos el temple de decirles ‘así no’. 

[Más ironía] Pero sigamos haciendo falsas generalizaciones, eso sí las ayuda. Citemos ‘datos duros’ de fuentes inexistentes para decir que una acusación de violación fue para tapar un estilo de vida ‘reprobable’. Preguntemos, cada vez, al hablar de una desaparecida, si no es que se fue con el novio. Rematemos con, ‘no es posible, yo lo conozco y él no haría algo así’ cada noticia de acoso en nuestro círculo social. [Fin de la otra ironía]

Aquellos ‘monstruos’ violadores, asesinos, infames seres humanos que agreden a las mujeres nos acechan desde los espejos de la negación, con rostros de tíos, primos, padres o amigos. Son personas quienes cometen esas aberraciones, personas como nosotros y todos esos que andan por ahí indignados por las formas de pedir justicia o que se enojan porque cierta conducta es tomada como agresión sexual, tal vez descubrieron que esos demonios viven en su interior pero no quieren aceptarlo en público. Porque, ¿quién quiere ser el malo de la historia? Pero, si todos somos buenos y héroes, ¿por qué siguen pasando estas cosas?