Imprimir

Ocupa Jalisco, quinto lugar en embarazo adolescente

on . Posted in Jalisco

Los nacimientos en los que las madres son niñas o adolescentes significan 16.5 por ciento del total en el estado

El descuido en las políticas para prevenir el embarazo adolescente arroja como resultado que Jalisco ocupe el quinto lugar nacional, según los datos que dio a conocer el Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) de la entidad. Durante 2018 hubo cerca de 20 mil nacimientos de mujeres menores a los 20 años de edad, de las cuales 461 eran niñas menores de 15.

Los nacimientos en los que las madres son niñas o adolescentes significan 16.5 por ciento del total en el estado. En 2018 se registraron 120 mil 362 nacimientos de madres residentes en el estado, de las cuales 19 mil 896 tenían entre 10 y 19 años de edad.

Aunque en el porcentaje del total de nacimientos de madres adolescentes y niñas, con respecto al total, Jalisco se coloca en el lugar 27, en el número ocupa el quinto lugar, apenas superado por el Estado de México, Puebla, Veracruz y Guanajuato.

Ese mismo quinto lugar ocupa Jalisco en el embarazo de niñas. De los nacimientos, según la residencia habitual de la madre, en Jalisco se registraron 461. Por arriba aparecen las mismas entidades y en el mismo orden.

Por municipios, la capital del estado es la que reporta el mayor número de nacimientos de madres niñas y adolescentes, con 2 mil 894; seguido de Zapopan, con 2 mil 613; Tlajomulco de Zúñiga, con mil 865; San Pedro Tlaquepaque, mil 844, y Tonalá, con mil 497.

Un dato que llama la atención en la proporción de embarazos de adolescentes y niñas, con relación al total registrado, es que los primeros lugares los ocupan municipios de la zona norte. El primer lugar es San Martín de Bolaños, con 28.6 por ciento, seguido de Mezquitic, con 27.8 por ciento, y Bolaños, con 27.1 por ciento. Luego aparece villa Guerrero, con 25.6 por ciento, y Tonila, con 25.5.

NECESIDADES, SIN TOMARSE EN CUENTA

Por otra parte, el embarazo en menores de edad se ha configurado desde las instituciones gubernamentales como una problemática de índole individual que tiene que ser “resuelta” desde una perspectiva educativa y de salud pública; no obstante, las estrategias generadas no toman en cuenta las particularidades de cada adolescente y, mucho menos, sus necesidades.

Ante este vacío, la investigadora Karina Quevedo, maestra en Gestión y desarrollo social por la Universidad de Guadalajara (UdeG), recogió en su libro titulado Embarazo en minoría de edad en contextos populares. Una perspectiva desde el desarrollo social y los derechos sexuales y reproductivos, recién presentado, las voces de una docena de mujeres menores de edad embarazadas que habitan en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG).

Con base en las entrevistas realizadas a las adolescentes (algunas estudiantes de una preparatoria privada ubicada en el Centro tapatío y otras a menores atendidas en el Centro modelo de atención para niñas y adolescentes embarazadas El Refugio, del DIF Jalisco), Quevedo generó cuatro cuadros de necesidades cuya manifestación encontró implícita en los discursos generados por las jóvenes: necesidades de acceso a servicios de salud, de redes de soporte, de respeto al derecho de decidir en minoría de edad y de inclusión en el desarrollo social y creación de políticas públicas.

“Gran parte de las participantes refirió como su principal necesidad la atención y apoyo por parte de sus padres y/o su pareja, ya que perciben este elemento como decisivo en su vida y su embarazo. Seguida de esta necesidad algunas de ellas manifestaron terminar sus estudios de bachillerato como un suceso importante a concluir. En igualdad de importancia se percibe tener las condiciones económicas necesarias para lograr una estabilidad y formar una familia, al ahondar en su respuesta, delimitan la estabilidad económica a partir de tener una casa, ya sea rentada o propia, separada de la de sus padres, con un trabajo estable y que a su bebé no le falte nada. Otras de las necesidades explícitas se refieren al cuidado de sus hijos(as), contar con alguien con quien dejarlos mientras ellas asisten a la escuela, pero también piden orientación para ellas mismas saber cómo cuidarlos”, se recoge en el texto.

NO ESTÁN AISLADAS

Muchas de estas necesidades, explicó Quevedo, no se encuentran aisladas entre sí: “Se relacionan unas con otras porque, por ejemplo, el apoyo afectivo se relaciona bastante con procesos de inclusión y también con el acceso a la salud, porque algunas de ellas, aunque parezca increíble, no iban a sus revisiones porque no tenían quién las acompañara”.

No obstante, cuestiones como el estigma social o ciertos tipos de violencia ejercida por trabajadores de la salud, derivan en que las adolescentes no sean capaces de expresar sus necesidades sin sentimientos de vergüenza de por medio, lo que, a su vez, genera en políticas de atención poco efectivas.  

“Ellas mismas se configuran como culpables. Creen que hicieron algo que no tenían que hacer, entonces, cualquier tipo de ayuda la perciben como un enorme favor. A ellas les cuesta trabajo decir qué es lo que quieren o qué es lo que necesitaban (...) Entonces a partir de esta responsabilización que se hace de las chicas, también las intervenciones son limitadas en un aspecto individual, como se ve que ellas son las del problema entonces a lo que se encamina es a que ellas deben tomar decisiones para postergar su maternidad, ellas deben conocer información sobre métodos anticonceptivos y ellas deben por tanto poder decir que no a estos embarazos no deseados, es una intervención muy individualista”, expone Quevedo.

"Ellas mismas se configuran como culpables. Creen que hicieron algo que no tenían que hacer, entonces, cualquier tipo de ayuda la perciben como un enorme favor”

Extracto del libro de Karina Quevedo

NÚMERO

461 embarazos adolescentes fueron de niñas menores de 15 años

La problemática, un fenómeno homogéneo

A consideración de la investigadora Karina Quevedo, otro de los problemas del abordaje que se da al embarazo adolescente es que éste es considerado un fenómeno homogéneo, cuando existen particularidades que hacen que muchas menores vivan experiencias diametralmente opuestas.

Mientras hay quienes están embarazadas producto de abusos o presiones de sus parejas, para otras más el tener un hijo representa la oportunidad de vivir con independencia de sus padres. 

Quevedo consideró que, a pesar de la paradoja que supone el que las menores embarazadas sean a la vez sujetas de tutela y mantengan responsabilidades asociadas a otros grupos etarios, hay algo que ni la sociedad ni las instituciones pueden perder de vista: “Las chicas son sujetas de derecho, uno de los argumentos principales de mi trabajo es que la minoría de edad no debe suprimir ni restar derechos de ninguna manera, bajo el entendido de que los derechos sexuales y reproductivos son derechos humanos”. (Con información de El Diario)